domingo, 11 de septiembre de 2011

Alimentos Orgánicos

Si bien se les menciona con frecuencia en conversaciones sobre alimentación vegetariana y vida sana, todavía hay desconocimiento respecto a los alimentos “orgánicos” y mucha desinformación sobre sus enormes beneficios a la salud humana y al medio ambiente, frente a los graves perjuicios que provoca el alimentarnos de productos que no pertenecen a este grupo.

Creo que el desarrollo de los cultivos orgánicos y su expansión a todos los sectores de la población sólo se conseguirán al ir educando a los consumidores y generando conciencia para estar al tanto de qué es lo que nos metemos a la boca.
Por eso comparto esta nota con quienes estén en la búsqueda de una vida más plena, saludable y con sentido.

Comer orgánico HACE una real diferencia.




¿Qué son los alimentos (vegetales) orgánicos?

También denominados “biológicos” o “ecológicos", son todos aquellos alimentos que han sido sembrados, cultivados y cosechados sin el uso de agrotóxicos, pesticidas ni fertilizantes químicos nocivos a la salud- han sido producidos sin la utilización de productos químicos en todas las fases de su elaboración- sino que con sustancias naturales, además de mucha más dedicación, mano de obra y tiempo invertido en su buen desarrollo. Además, los productores orgánicos practican la rotación de los cultivos, para no empobrecer los suelos de siembra – a diferencia de los monocultivos- y mantener un equilibrio ecológico, y el menor impacto al medio ambiente posible.

No orgánico

Presionados a producir siempre mayores cantidades de vegetales, en el menor costo de tiempo y dinero, para satisfacer la mayor demanda de estos los productores agrícolas han acudido desde hace décadas al uso de un coctail letal de pesticidas para multiplicar a miles la producción y controlar las enfermedades y el ataque de microorganismos a las plantas. Tal vez a simple vista esto parece “bueno”, al permitir que así se obtengan cantidades tremendas de hortalizas, y los empresarios agrícolas renten de sus tierras muchísimo más.

Sin embargo, el consumidor se ve afectado sin saberlo, al ingerir a diario todas las sustancias tóxicas que a los cultivos les añaden. Estas pasan al vegetal o fruta misma. No se eliminan al lavarlos, ni pelarlos, como muchos creen.


De esta forma, al comer una manzana promedio de cualquier feria o supermercado, estamos consumiendo más de 30 pesticidas, incluso después de haberla lavado.

Perjuicios

Al promover la agricultura no orgánica no sólo estamos contaminando las tierras e ingiriendo sustancias fatales a nuestra salud, sino que, además, la calidad del alimento es muy deficiente.

De manera gráfica basta con mencionar que una naranja de supermercado, proveniente de cultivos no-orgánicos, que ha pasado varios días extraída del árbol, en condiciones de frío, o expuestas a las luces fluorescentes de los estantes, puede tener CERO vitamina C. Aunque la vendan como una fruta rica en este nutriente.

Esto sucede en gran parte por el esfuerzo que los vegetales hacen para protegerse de los agrotóxicos, perdiendo por consecuencia sus nutrientes, al utilizarlos como herramienta de defensa. Además, el alimento comienza a morir desde el momento que es retirado de la tierra, por lo que mientras más días lleve alejado de ésta y en condiciones más alejadas a cómo se encontraba en contacto con la tierra, menos vida y nutrientes tendrá.

Existen diversos estudios que han investigado los efectos del consumo de alimentos no-ecológicos y han relacionado la generación de variadas enfermedades al consumo de agroquímicos provenientes de estos cultivos. Personas con exposición crónica a ciertos pesticidas, pueden presentar daños del sistema nervioso, riñones, hígado y cerebro, entre otros. Sin embargo, gran porcentaje de los casos no son reconocidos, ya que los síntomas correspondientes son también síntomas generales de muchas otras enfermedades como fatiga, debilidad, dolor de cabeza o dolor abdominal. Y tal vez por eso su consumo ha pasado tan desapercibido.

Pero quienes empezamos a investigar el tema, reconocemos la real gravedad del asunto y se ha ligado el consumo de agroquímicos a enfermedades como la obesidad, cáncer, alzheimer, defectos de nacimiento, entre muchas otras. Y ni siquiera estamos hablando de los fatales efectos de consumir alimentos transgénicos, tema muy extenso, que da para desarrollar un próximo post.

La salud de nuestra sociedad depende directamente del tipo de alimentos que ingerimos y es por eso que siento imperioso el generar conocimiento de estos temas.


¿Para qué preocuparnos?

Aún así, parece normal que no se cuestione la calidad de los alimentos vegetales que consumimos ya que, en general, la población confía en la labor que los organismos que velan por la salud pública realizan. Además, se piensa que “toda la vida el ser humano se ha alimentado de estos productos”, entonces “para qué preocuparnos”.

Y es este punto clave en el asunto de la educación nutricional y ambiental. No siempre ha sido así. Tal vez nuestros abuelos y sus hijos alcanzaron a disfrutar de un mercado más pequeño de productos vegetales, mucho menos contaminados y por eso siguen creyendo que lo que compran hoy tiene la misma calidad que tenía hace 60 años. La agricultura ha ido industrializándose cada vez más, se ha ido descuidando el valor nutritivo de lo que se cultiva y cosecha, y se ha hecho la vista gorda a las posibles consecuencias de la saturación de aditivos químicos en las tierras de cultivo.

El consumidor hoy es vulnerable. Está expuesto a productos dañinos a la salud y a publicidad engañosa, pero lo desconoce porque confía en el buen trabajo que deberían cumplir los organismos superiores que fiscalizan lo que se ofrece en los mercados.
Requiere orientación en temas de acceso a la información sobre la calidad de lo que consume, pero la iniciativa a informarse depende de él. De todos nosotros.


El costo como “causa”

En el pasado no se utilizaban elementos tan tóxicos para controlar las plagas, y si se llegaban a usar pesticidas y fertilizantes, eran muchísimo más naturales que los utilizados en el presente.

Los partidarios del cultivo convencional justifican el statu quo, al decir que la agricultura industrial masiva es la única manera de alimentar a poblaciones tan grandes y en crecimiento permanente. Que las economías de escala generadas en la agricultura, gracias en parte a la utilización de agrotóxicos, no se puede lograr de otra manera y que muchos sectores de la población con menos recursos simplemente no podrían adquirir frutas y verduras, si hubiera un sistema distinto. Y aquí entra el mito de lo “caro”.

Ha jugado en contra del crecimiento de la agricultura orgánica el estigma que existe sobre ésta, como proveedora de productos sumamente caros y de alguna forma “exclusivos”. Como asidua consumidora de alimentos orgánicos, puedo atestiguar que en las ferias orgánicas de Santiago se venden productos naturales orgánicos buenísimos, a precios similares a los de supermercado. Lo que sí es más caro son los productos envasados, que utilizan insumos orgánicos, como mermeladas, pastas, pan, quesos, ropas, etc. y que tienen un carácter mucho más gourmet. Pero hay que ir a mirar y comparar uno mismo, para llevarse la sorpresa de que una palta orgánica o una manzana orgánica, con cientos de nutrientes y ausencia de químicos, tiene casi el mismo precio que los que podemos encontrar en los lugares de venta comunes.



Y si hacemos la comparación en el nivel de nutrientes que posee cualquier vegetal orgánico, frente a uno común, proporcionalmente el primero en muchos casos debería valer hasta 500 veces más!!

Lo que sí es cierto es que es muchísimo más rentable para el productor no preocuparse por la calidad de lo que cosecha, mientras pueda vender a escalas superiores, cobrando precios más bajos.


Esto es cierto en el momento presente, y seguirá siéndolo mientras como consumidores no demandemos productos saludables, naturales y orgánicos. que de a poco podemos ir apoyando el desarrollo de tierras destinadas al cultivo de orgánicos, comprando estos productos, difundiendo esta información, educando y generando conciencia de vida , primordial para un futuro saludable que tantos deseamos, para nuestra generación y las venideras. Son nuestro derecho y responsabilidad ahora exigir alimentos vivos y de buena calidad y ayudar al progreso de un mercado realmente saludable.


En conclusión

A la hora de buscar y elegir nuestros alimentos, tengamos presente los beneficios de consumir orgánico:

- Ausencia de agrotóxicos causantes de diversas enfermedades

- Altísimo valor nutricional

- Sabor, color y aroma natural, intenso y fresco

- Apoyo a la promoción de más agricultores orgánicos, lo que conllevará a:

  • Mayor difusión de su existencia
  • Conocimiento de la calidad de los alimentos vegetales que nos ofrece el mercado masivo
  • Mejores condiciones legales y económicas para los productores orgánicos.
  • Mayor acceso a alimentos de buena calidad
  • Que muchos más sectores de la población tengan acceso a ellos.
  • Evitar la contaminación de especies vegetales, suelos de cultivo y aguas que reciben sus residuos. Equilibrio ecológico.


- Cuidado de nuestra salud y promoción de una cultura viva y consciente del valor de lo natural.

1 comentario:

  1. Imaginemos por un momento que los costos de producción de los alimentos se los otorgamos al nivel de impacto ambiental que tienen los cultivos sobre el medio ambiente. Supongamos que la incorporación de herbicidas a la tierra y de agrotóxicos al ambiente y las especies estuviera afecto a impuestos, el uso de maquinaria industrial que requiere petroleo para funcionar y los desplazamientos de miles de kilómetros, la huella de carbono que generan, los frigoríficos, etc. ¿Qué cultivos serían más costosos?. Hoy en día la industria no se hace cargo del impacto ambiental que genera, solo se hace cargo de producir al menor costo. Muchas veces los productores terminan vendiendo al costo sus productos, son los intermediarios los que hoy hacen el negocio. Esto da para una larga discusión que me parece muy interesante tener. Gracias por compartir esta información y abrir el debate.

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