Comparto este artículo que escribí la semana pasada para Ciudad Zen, un sitio genial que integra las diferentes disciplinas de "vida alternativa" dentro de Santiago ( y muestra el lado Zen de esta ciudad híper activa, ciclovías, rutas de terapias complementarias, novedades y panoramas, y tanto más).
En esta ocasión pretendo exponer claramente el misterio que parece haber en torno al tema de la enfermedad. Que en realidad, veremos, no lo es.
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Como me dedico a promover la vida sana en todas sus formas, a
diario recibo preguntas de personas que quieren mejorar su salud o la de algún
conocido. “Estimada Chirimoya. Además de
saludarte, quisiera pedirte orientación para mejorar mi salud. Qué me
recomiendas hacer y comer para: bajar de peso, eliminar el colon irritable, mis
alergias, mejorar mi digestión, las úlceras, los problemas a la piel, problemas
para concentrarme y poca energía, combatir la osteoporosis, la artritis, la
diabetes… y el cáncer.”
Sigo sorprendiéndome por el hecho de que la enfermedad es la
norma en la sociedad contemporánea. Prácticamente todos estamos enfermos de
algo. Como si fuera “obvio” y natural. Más me sorprende el que seamos pocos quienes
nos cuestionemos por qué ocurre esto y si realmente es nuestra naturaleza estar
enfermos. Para mi, no lo es. El ser humano nace sano, lleno de vida, con plenas
potencialidades activas de ser una persona integral, activa, energética, libre.
¿Qué razón podría privarlo de esa posibilidad y convertirlo en un ser
dependiente de fármacos, médicos y estimulantes artificiales? Pues bien, todo lo que lo aleje de su naturaleza, de su esencia. Hoy puedo ver
esta respuesta tan clara y evidente, pero hace unos años, no.
Cada organismo en este planeta está
diseñado para vivir en ciertas condiciones y andar al 100%, es decir, en un
estado de plenitud y bienestar,
realizando de la mejor forma, fácilmente y sin esfuerzo, sus funciones vitales.
Tales condiciones son muchas, y para el ser humano van desde el medio ambiente
en el que nos encontramos, su luz, pureza de aire y agua, los nutrientes que
obtiene a través de lo que come, el movimiento y la actividad que realiza su
cuerpo, la comunicación con otros seres, el afecto, la alegría, la paz mental,
el desarrollo interno o espiritual, y quizás cuántas variables más. Cuando cualquiera de estos factores falta o
falla, entonces la persona integral, en alguno de sus campos físico, mental,
emocional o espiritual, enferma, o es privada del estado de pleno bienestar.
Muchas veces no tenemos idea sobre la causa primaria de lo
que estamos sufriendo y tampoco nos detenemos a encontrarla. Es más fácil ir a
la farmacia y comprar alguna pastilla que elimine nuestro malestar. Esta acción tan frecuente genera un enorme
abandono al cuidado de nuestro cuerpo. Y los que compartimos este camino nos
esforzamos mucho por transmitir este hecho: para sanar de cualquier enfermedad- así como para resolver cualquier
problema en la vida- debemos enfrentar la causa de esa enfermedad- o ese
problema. ¿No suena lógico? Ahora, saber cuál es la causa de lo que tú vives, de lo que cada uno quisiera enfrentar y solucionar, no es inmediato. Ya comenzar a hacernos la pregunta es dar un salto cuántico en temas de Autocuidado. Ser conscientes de que detrás de lo que vivimos HAY una causa y que podemos buscarla, es el primer paso que podemos dar en pro de nuestro bienestar. La respuesta no puede o no ser evidente. Encontrarla muchas veces requiere tiempo para investigar, reflexionar y probar. Tal vez es más demoroso que ir al doctor y pedir una pastilla. Sí, lo es. Pero seguro es mayor aporte para nuestra integridad y autoconocimiento y puede llevarnos a solucionar un problema desde su raíz. Y ojo: no tengo nada contra los médicos que guían al paciente y juntos intentan superar un conflicto o reto a la salud. Ojalá lleguen muchos más de esos, porque son tremendamente necesarios.
Lo que siempre respondo ante cualquier pregunta relacionada
con salud/enfermedad corporal es: “desintoxicar
tu cuerpo”. Y si es un conflicto emocional, pues: “desintoxicar tu mente”. De muchos autores he aprendido que la causa primaria de cualquier enfermedad
(incluso de las consideradas “genéticas”) tiene que ver con el exceso de toxinas que han ingresado a
nuestras células y diversos órganos depuradores. Cuando la carga tóxica que
incorporamos en ellos es mayor a lo que pueden eliminar a diario, entonces los
emuntorios (hígado, riñones, pulmones, intestinos, piel), se ven colapsados y
empiezan a fallar, sin poder realizar bien su trabajo. Cuando esto ocurre, la
sangre se vuelve más sucia y ácida de lo que el cuerpo permite para transportar
los nutrientes y el oxígeno eficientemente a todas las células, y esto deviene
en enfermedad. Dependiendo el/los órganos más vulnerables por este estado, qué
enfermedad se manifiesta primero. Los
genes pueden determinar esa vulnerabilidad. Pero se ha descubierto que-en la
gran mayoría de los casos- son los hábitos los que activan la predisposición
que traemos al nacer de contraer una u otra enfermedad.
De hecho, al ver la salud de esta forma, ya no tenemos que
hablar de “enfermedades”, sino, de “enfermos”.
Pero entendiendo que no “somos enfermos”, sino que “estamos enfermos”.
Es un estado puntual, del momento, y así como se inició por una razón, puede desaparecer
al eliminar ésta.
La Alimentación Viva promueve la desintoxicación del
organismo por medio de la alimentación y los ayunos. Al comienzo no es tan importante lo que debemos comer
para sanar, sino más bien, lo que debemos dejar de comer. Como no son los
alimentos mismos los que nos sanan, sino que estos ayudan a nuestro cuerpo a
sanarse a sí mismo (y lo hace todo el tiempo, aunque no lo percibamos),
entonces para prevenir resfríos, fatigas, y prácticamente cualquier reto a la
salud, la mejor recomendación que me atrevo a dar es promover un estilo de vida bajo en toxinas y alto en
nutrientes y alegría. Comenzar por limpiar nuestro cuerpo y nuestra mente
de todo lo que nos intoxica y nos limita. Si depuramos nuestra sangre, nuestras
defensas funcionarán mucho mejor, pensaremos más claramente, eliminaremos
patrones adictivos que nos perjudican y sentiremos una ganancia enorme de
energía que podemos utilizar para crear mayor bienestar en nuestra vida y en la
de otros. Es simple y potente. Pruébalo y verás.
¿Cómo desintoxicar el
organismo?
Lo primero es eliminar los alimentos (y variables) más
tóxicos de nuestra dieta. Los de origen animal (todos), los granos refinados
(azúcar, harinas, sal), el alcohol, tabaco y otras drogas, los alimentos
procesados llenos de aditivos químicos adictivos y acidificantes (¡todos!),
etc.
Como somos seres humanos, seres de hábitos y costumbres,
eliminar todo de la noche a la mañana es complejo. Más recomendable es abandonar
primero los alimentos de origen animal, al ritmo propio, y de a poco ir
decidiendo qué más. Lo importante es que seamos conscientes del bienestar
superior que traerá en nuestra vida y en la del planeta en su totalidad, el
desprendernos de todos estos apegos insanos, y felicitarnos por cada nuevo
hábito que logramos olvidar.
Al tiempo que vamos dejando atrás muchas toxinas, comienzan a
salir las que hemos acumulado durante muchos años en nuestro interior. No
asustarnos entonces por el aumento de sudor, mucosa, orina, feca, pus o
lágrimas. Todo canal de excreción corporal servirá como salida de tanta basura
escondida. Pueden venir crisis
depurativas (resfríos, tos, cansancio, dolores musculares, síntomas de
enfermedades que padecemos), que no son más que la manifestación de la basura
que nuestras células intentan eliminar. En esos momentos es cuando más debemos
confiar en lo perfecta que es la naturaleza y continuar con la terapia de
limpieza. Jamás interrumpir un proceso depurativo en esas condiciones, ya que
puede ser perjudicial, si las toxinas que intentan salir quedan atascadas en la
sangre u otros tejidos, envenenándonos, en vez de lograr evacuar
definitivamente nuestro cuerpo. Por tanto, fármacos para eliminar síntomas,
jamás. Simplemente, mucho reposo, hidratación y alimentos que promuevan el
proceso de limpieza y no nos roben energía.
Podemos entonces incorporar el consumo
diario de abundante fruta y vegetales, además de jugos o licuados desintoxicantes. En lo personal, cuando vivo
períodos de excesos de grasas, poco ejercicio, o desórdenes en mis comidas,
cuando comienzo a sentirme más débil, con poco ánimo, o me resfrío, me doy días
de ayuno de jugos detox o pura fruta.
Al poco tiempo me siento como nueva J
Para crear una dieta desintoxicante no necesitamos alimentos muy extravagantes ni demasiado especiales.
Sólo deben digerirse fácilmente y aportar el mínimo de sustancias tóxicas, así
como el máximo de nutrientes y abundante hidratación. Los alimentos que mejor
responden a estas exigencias, dada nuestra fisiología humana, son las frutas y las hojas verdes (acelgas,
espinacas, rúculas, col rizada, lechugas, etc).
Pasar varios días comiendo sólo frutas, bien combinadas, hojas y jugos
de ambas, es un ayuno maravilloso que no requiere de demasiado esfuerzo ni
sufrimiento. La mayoría de las personas que conozco disfruta comiendo frutas un
montón, y al licuarlas con hojas, o al extraer su jugo, evitamos el tener que
pasar horas y horas masticando. Eso sí, muy importante es masticar detenidamente cada bocado,
así como cada sorbo, tanto como sea necesario para que la saliva cubra lo que
estamos tragando. Gran parte de los carbohidratos y grasas que ingerimos
comienzan a ser digeridos a través de las enzimas que nuestra saliva posee. Y
si llegamos y tragamos sin que haya contacto entre la saliva y el alimento, nuestra digestión será deficiente, generará fermentaciones
intestinales (que deriva en más toxinas) y no estaremos obteniendo los
nutrientes que pretendemos incorporar al comer.
Otro dato es mantener variedad en frutas y vegetales. No todos
los días los mismos alimentos, ya que cada uno aporta diferentes nutrientes y
nosotros requerimos una gama enorme de ellos.
Por último, si usted no se siente preparado para realizar un
ayuno frutal de varios días, le recomiendo comenzar cambiando su desayuno. La
primera comida del día es lejos la más importante para abandonar nocivos
hábitos y para recargarnos de energía el resto del día. Si nuestra primera
comida es de fácil digestión, liviana e hidratante, sentiremos a los pocos días
que nuestra digestión mejora notablemente, nuestra energía se eleva, nuestro
ánimo mejora, y nos sentimos menos ansiosos, más serenos. Si lo mantenemos
sentiremos ganas de probar más comidas sanas y naturales, de manera espontánea,
sin generar esa típica sensación de tortura y estrés que las dietas típicas
provocan al privarnos de comer de lo que más estamos apegados.
En la sección de Recetas Vivas podrás encontrar recetas de jugos y batidos vivos para que puedas comenzar con alguna idea ya de cómo hacerlo. Verás que es sumamente simple, fresco y natural y que puedes fácilmente crear tus propias recetas detox con las frutas y hojas que más disfrutes.
No puedo terminar este artículo depurativo sin señalar que así como el alimento fisiológico es fundamental para lograr y mantener un organismo limpio y bien nutrido, también lo es la práctica diaria de actividad física. Nuestros sistemas inmune, circulatorio y linfático dependen en gran medida del movimiento físico y el gasto calórico para permanecer activos. Ya sea trotar , andar en bicicleta, caminar para ir al trabajo, bailar, nadar, hacer yoga, ejercicios de desarrollo muscular, etc, dedicar al menos 30 minutos al día para realizar alguna de estas prácticas, favorece la eliminación de desechos y la alcalinización de nuestra sangre para crear un medio interno fuerte y lleno de vitalidad.
Espero que este texto colabore con tu comprensión del concepto de salud y te sientas motivad@ a dar nuevos pasos cada día que te lleven a nutrir, depurar y sanar tu vida.